• Domingo, 15 de Abril de 2018

    Armando Lenin Salgado, Una visión Comprometida

    Domingo, 15 de Abril de 2018
    Octavio Nava / Retina Magazine

    En la madrugada del 14 de Abril de 2018 se apagó una de las vidas más extraordinarias del foto-periodismo contemporáneo en México: Armando Lenin Salgado, quien luchó hasta el final contra el cáncer.

    Salgado no sólo se forjó desde abajo sino que su temperamento aguerrido y sus fuertes convicciones políticas inspiradas en la Revolución cubana marcaron sin lugar a dudas su trabajo periodístico.

    Capturó las más fuertes tragedias que ha experimentado el México de nuestros días, que incesante lucha por buscar caminos más igualitarios. Sus imágenes forman parte de la iconografía de referencia en la lucha social: la fotografía del maestro Genaro Vázquez Rojas, las fotografías que muestran el momento justo cuando los criminales asesinan impunemente la marcha del jueves de corpus, 10 de junio de 1971, y la brutal represión del movimiento estudiantil de 1968. Ahora son su legado.

    Armando Lenin Salgado de cuerpo fuerte y quemado por el sol guerrerense nos recibe en su casa rodeado de arboles frutales, nos extiende la mano abierta, espantando a sus tres perros nos conduce a que admiremos su estanque de agua que está muy cerca de la casa redonda donde habita, de techo de dos aguas, construida literalmente por el mismo, con una risa alegre nos enumera cada árbol, para que son las plantas y de cómo el ser humano ha abandonado la naturaleza. "Todo tan bello aquí y nos aferramos a vivir en paredes de concreto", se lamenta.

    En el interior de su casa está colocada sobre una mesa junto con otras muchas fotografías, una de sus fotos más icónicas de los halcones de ese 10 de junio de 1971, asesinos de ciudadanos en la Rivera de San Cosme. Armando con sus fotografías tomadas desde una azotea tiró por la borda la versión oficial del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez de que solo había sido un enfrentamiento entre grupos de estudiantes. Las elocuentes imágenes que publicó Salgado donde se observan a los grupos de paramilitares armados con rifles de alto poder, disparando contra hombres y mujeres inermes en la Escuela Normal de Maestros, los criminales retratados en secuencia después de disparar y sonreir con su macabra mueca de muerte.

    Los asesinos quienes cobraban en las nóminas del Departamento del Distrito Federal y en las diversas dependencias federales, al momento de la agresión advirtieron al joven fotógrafo, pero Armando, de 33 años entonces, logró huir deslizándose ayudado por una tubería de la azotea de la casa donde se encontraba obturando las imágenes y logro huir, en su motocicleta que momentos antes había parqueado cerca del lugar.

    En ese preciso momento, Armando llevaba consigo las fotografías impresas y la entrevista que acababa de realizar en la sierra de Guerrero del entonces líder guerrillero Genaro Vázquez Rojas. Él fue el único periodista que logró realizarle la entrevista al dirigente de la Asociación Cívica Guerrerense ACG, quien enfrentó a más de 25 mil soldados en ese estado sureño. La imagen del líder guerrillero con chamarra de mezclilla oscura observando el horizonte hacia la derecha y cargando su fuisil M1 acompañado del cielo azul y las palmeras de fondo, es un ícono en la lucha revolucionaria y social del México profundo como lo señalara Carlos Bonfil Batalla, son una referencia histórica de primer nivel periodístico.

    Estos dos eventos concadenados marcarían de por vida el trabajo de Armando Lenin Salgado. La revista de corte izquierdista y opositora "Por Qué" - el 3 de octubre de 1968 su director el yucateco Mario Méndez se atrevió a colocar en su cabecera el titular “asesino” al presidente Gustavo Diaz Ordaz- publicó el trabajo de Salgado, aunque lamentablemente recibió siempre una raquítico entrada económica.

    Armando Lenin Salgado comenzó su incursión en la fotografía como asistente de un laboratorio de revelado que se especializaba en la rapidez para entregar los rollos, en este lugar se revelaban e imprimían las imágenes que se desprendían de la carrera panamericana, esto en las décadas de los cincuentas.

    Fue gracias a la idea del periodista Rául Prieto, conocido como “Nikito Nipongo”, que en aquella época dirigía la revista "Sucesos" para todos, que consistía en invitar a taxistas que durante sus recorridos encontraran escenas o cosas de relevancia para ser publicadas, con un pago de 20 pesos por foto publicada, Prieto afirmaba, quien mejor que ellos quienes recorrían la ciudad para que mostraran la intensa vida de la capital.

    Armando Lenin Salgado emocionado, rememora esta primera etapa en lo que consideraría su verdadera vocación el periodismo gráfico, en su libro “Una vida de Guerra”: “Mi nuevo trabajo, fotógrafo de prensa, si era una profesión, donde ya me sentía realizado. Estaba tan eufórico, que trabajaba ruleteando de corrido todo el sábado y domingo hasta casi terminar muerto el lunes alrededor de las tres de la madrugada. O sea, los fines de semana me bajaba de la nube, que era lo que me daba para darle de comer a mi prole, pero el resto de la semana era un “periodista”, aunque no me alcanzaba, ni soñando y eso que era uno de los consentidos del señor Rául Prieto, es más, me llego a publicar hasta 25 fotografías por semana, lo que provocó en algunos compañeros cierta envidia, en ese entonces se pagaban 20 pesos por foto publicada”.

    De esta manera extraña Armando Lenin Salgado entra a la fotografía de prensa, tal vez esta cercanía con la gente sencilla que se divide en multiplicidad de empleos fue lo que empáticamente destinaria su visión fotográfica, este ciclope, centro su mirada hacia los personajes sencillos, trabajadores que experimentan los abusos de los poderosos, pobres, migrantes, indígenas, campesinos, estudiantes, maestros que orillados se lanzan a las armas, hombres y mujeres que cansados buscan cambiar un estado que a toda causa responde con sangre, violaciones físicas, asesinatos extra judiciales, desapariciones forzadas, torturas.

    Él mismo narra en su libro de una forma desgarradora la tortura que experimentó en ese primer capítulo con el que abre su libro testimonio antes citado: “Salidos de la nada tres individuos con cara de matones me tomaron de los brazos y del cinturón, inmovilizándome materialmente, al tiempo de que me decían con voz melosa del asesino disfrazado 'Acompáñanos Armando', sentí el cañón de la pistola en las costillas. Tres carros repletos de agentes de la temida DIP, (Dirección Federal de Seguridad), acompañados de un jeep militar, llegaron de inmediato, Alicia les suplicaba que no me hicieran daño, que yo no era delincuente, alcance a gritarle, ¡Llama a la revista¡ a Carlos Ferreira, a los amigos¡".

    De esta manera el fotoperiodista es secuestrado y torturado por ocho días su testimonio es terrible: “Luego empiezan a desnudarme con esmero, como el violador a su victima, después…desnudo me levantan en vilo, me sumergen, siento el sabor de aguas sucias, babosas, me niego a tomarlas, el ansia de respirar me hace tragarlas, y más al fondo, sujetado fuertemente de los pies, como no veo nada me abandono, ya nada me importa, solo terminar con esta pesadilla”.

    Continua la tortura: “Por favor..aflojenme los nudos, me están matando; mi cabeza la siento hervir. - ¿Cómo le hiciste para llegar hasta Genaro? ¡Nosotros tenemos 25 soldados buscándolo y tú solito lo encontraste!- Hasta el cuarto sin ventanas donde era interrogado por este personaje llegó un individuo gordo con un traje verde de mal gusto y gruesos lentes. Apenas vio que yo no estaba vendado se retiró a toda prisa, maldiciendo a los que me quitaron las vendas, era tarde reconocí de inmediato al personaje: Raúl Mendiolea Cerecero, el jefe de los hampones de la DIPD y de la Judicial".

    La interrogación continuo: "¡Por qué no nos vendiste el reportaje de Genaro a nosotros! – No soy espía ni traidor, señor: soy reportero y mi obligación era darlo a conocer como quede con mi entrevistado, Genaro Vázquez Rojas, comandante de las guerrillas”.

    Armando Lenin Salgado con este testimonial no sólo nos lleva en carne propia a los más bajos escalones de la dignidad humana encarnados en militares y policías, denuncia los abusos de una policía política que utilizaba todo tipo de métodos extrajudiciales, desaparición forzada, tortura y asesinato despiadado para eliminar a sus opositores, sino da un fiel testimonio de lo que es la ética periodística: jamás revelar su fuente, aún a costa de su propia vida.

    Estos tres acontecimientos marcaron su vida profesional que en otras circuntancias le otorgarian las más altas distinciones en el ejercicio periodístico de investigación. La entrevista y fotografías que logra en las montañas de la Sierra de Guerrero con el líder guerrillero y maestro normalista Genaro Vázquez Rojas; el terrible suceso de la manifestación del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco que cobro vidas, aún no se sabe cuántos murieron aquella fatídica tarde a manos de elementos paramilitares y militares mexicanos, y la brutal represión el 10 de junio de 1971 conocida como el Jueves de corpus o el ¡Halconazo!, donde otra vez autoridades de los diversos ordenes entonces Gobierno del Distrito Federal y Presidencia de la República, vía Secretaria de Gobernación, envió a un grupo de paramilitares para abrir fuego en una manifestación pacifica obrera, ciudadana y estudiantil que se desarrollaba sobre Avenida de los maestros.

    Estos tres sucesos fundamentales en la lucha del pueblo de México fueron recogidos para la historia por este extraordinario fotógrafo de prensa, su fuerte convicción y ética le permitieron estar a la altura de estos acontecimientos, sin estos testimoniales se validaría la verdad de los victimarios y las víctimas quedaran doblemente desprotegidas, por el olvido y la desmemoria. Ya el tiempo se encargará de colocar su trabajo en la escala más alta para castigar a los culpables, sin duda alguna así será.

    Tiempo después trabajaría al lado del periodista Mario Renato Menendez, quien realizara reportajes en plena selva venezolana y colombiana conviviendo por meses con los guerrilleros, comiendo mono y azotado por largas caminatas, la lluvia, el constante malestar de la fauna de la selva, y cargando varios kilos de lentes y cámaras fotográficas Nikon y Canon, además de una Zenza Bronica 6x6, y una bolex de 16mm para grabar película.

    Armando Lenin Salgado logró verdaderos documentos testimoniales de aquellos hombres y mujeres que ofrendaron su vida por lograr un cambio social en sus respectivos países.

    Con la guerrilla colombiana bajó el mando de Fabio Vázquez del ELN (Ejercito de Liberación Nacional) convivió meses testimoniando su vida, documentando su cotidianieidad, hasta lograr imágenes de combates y emboscadas a un tren pagador en la provincia de Santander. Rememora Armando Lenin Salgado: “Con el acicate de ser perseguidos por una fuerza especial militar que nos tenía ubicados en un lugar especifico, después del asalto al tren, el momento de movernos de un lugar a otro y poner lo más pronto que se pudiera tierra de por medio entre los militares y la guerrilla, pues de ser cercada en ese momento toda la fuerza militar se concentraría contra ella hasta acabarla.

    “Caminamos exclusivamente por la selva virgen evitando todo tipo de encuentros con los campesinos. Desde ese momento comprendí que mi salida de Colombia sería cuestión de mucha suerte o de un milagro. Las caminatas de 30, 40 y 50 kilometros diarios, aunado a las 16 pastillas de quinina, surtieron efectos nefastos en mi organismo, la carne hervida de monos, el famoso chocola y la yuca con sabor a rancio, hicieron que bajara 20 kilos, mi fantasia de ser corresponsal de guerra era solo una pesadilla de moscos, caminatas sin fin en una selva, donde llovía noche y día, las ropas estaban húmedas, todo era humedad; lo único bueno había sido que los insectos disminuían. Las nauseas y el escalofrio del paludismo hicieron su aparición. Fue entonces cuando, después de un mes de estar en la selva en la escaramuza del tren pagador, se tomaron las medidas para nuestra salida”.

    Continua Armando su relato, "A los tres días de que Mario saliera de la selva, se da la noticia por la radio de que había llegado a la Embajada de México, en Bogota, sorpresivamente, que de un auto en marcha saltó hasta llegar a las rejas, puerta o lo que sea, y se metió a como diera lugar. Por mi parte la despedida fue fraternal, todos sabían que hice lo mejor al tomarles todos los aspectos humanos de esta vida de entrega y persecuciones a que ellos se habían sometido, después de ocho horas de caminata, que me parecieron las más largas de mi vida, con el costal en el que llevaba las cámaras, mi indumentaria de campesino muerto de hambre, incluidas mis llagas, eran tan parecidas del lugar, que creo eso fue lo que me hizo pasar completamente desapercibido, el llevarme el recuerdo de las inmensas ceibas y el ruido de la selva para que me acompañara toda la vida, tenía una gran confianza en que saldría con vida".

    Luego se presentó el año de 1968, donde Armando Lenin Salgado afirma "ser portador de la credencial o charola de "Sucesos" para todos era tener la llave de todas las asambleas, todos los contactos del movimiento estudiantil, ellos eran considerados por los muchachos como de la casa”

    La revista "Sucesos" llenaba ese vacío que ni "Excélsior" de Julio Scherer, se atrevía a desafiar, cuando esta llegó a su fin y dio un cambio en su contenido: el "Gordo" Menendez ofreció a los lectores la revista más radical “Por Qué”; las páginas de este medio tamaño carta ofrecían ser el portavoz de las denuncias y quejas de los pobres explotados, despojados que en ningún otro lado se publicaban, sus páginas se arriesgaban de una manera totalmente quijotesca. Para octubre la revista reportó un tiraje de 500 mil ejemplares que agoto, con los reportajes de Rodrigo Moya sobre el asalto guerrillero de Arturo Gamiz en Ciudad Madera, Chihuahua, en 1965, también lograron altas ventas.

    En el número 160 de la Revista "Por Que" fechada el 22 de julio de 1971, apareció la entrevista exclusiva “Las Guerrillas en Guerrero”, con texto y fotos de "Augusto Velardo", quien en la introducción se afirma que llegó a México de Europa, atraído por las noticias y rumores que circulan en el viejo continente de la existencia de un movimiento guerrillero dirigido por el profesor Genaro Vázquez Rojas.

    "Augusto Velardo" era el seudónimo con el que Armando Lenin Salgado trata de protegerse. Con seis extraordinarias fotografías del líder guerrillero y sus compañeros de armas en la montaña, acompañadas de un texto donde se explica el porqué y los objetivos de la lucha, destaca una imagen a dos planas donde se ven a diez campesinos armados y distribuidos en un camino, acompañados del siguiente pie de foto: “Campamento José María Morelos, en las montañas de guerrero- La columna guerrillera que guía al reportero hacia el campamento rebelde en la Sierra Madre Occidental”.

    Armando vivió parar ver sus imágenes de la matanza de 10 de junio publicadas por la revista Time-Life, y dieron la vuelta al mundo. Consideró que estas fotografías que acompañaron el texto del corresponsal Bernard Dietrich, fueron también las que le salvaron la vida durante su detención desaparición, porque no era fácil a los ojos del mundo desaparecer al autor de las fotografías de los "Halcones", aunque también contó con el apoyo de sus amigos Marco Aurelio Carballo y Carlos Ferreira quienes después de ocho días fue “liberado”, por falta de pruebas.

    Salgado traumatizado por la tortura jamás regreso a la redacción de la revista Por Que, a su esposa le negaron el pago por la publicación. “ Los torturadores de entonces – rememora Salgado- tenían una frase que era encierro, destierro y entierro, esta fue la sentencia de quien fuera uno de sus interrogadores más sádicos, Jorge Obregón Lima subjefe de los servicios secretos, considera que este hecho fue lo que marco el destierro de la cuestión periodística, de antemano sabía que si volvía sobre la misma ruta, los reportajes de guerrilla o lucha social, el fin era su asesinato, - “ Lo se muy bien, Salgado afirma, lo sufrí en carne propia: la tortura te trauma”.

    Aunque Lenin Salgado logro escapar de las balas de los "Halcones" y de las terribles torturas de la policía política a manos de sus principales dirigentes Miguel Nazar Haro y Raúl Mendiolea Cerecero, los mosquitos y el paludismo de las selvas, poco a poco fue víctima de la censura de un régimen cerrado, un sistema político que premia y dosifica a periodistas que venden su fama y ética componendas con el poder económico y político, los llamados "embutes" o "chayos", dinero a favor de los poderosos, donde la mentira se afirma en la verdad.

    Periodistas que venden su trabajo para que en sus medios se evite la investigación certera, en este mundillo solo privara la elocuencia para el licenciado, las buenas acciones del doctor experto en corruptelas y negocios a beneficios de sus intereses, obras públicas con presupuestos inflados. En éste medio periodístico, la visión y forma de trabajar de Armando Lenin Salgado no tienen cabida, como su obturador siguió al servicio de los pobres, la gente hambrienta de justicia, enfermos mentales, indígenas esclavizados por el capital, desaparecidos incomodos del régimen político.
    Lamentablemente, no tiene medio para publicar, el exilio periodístico es la salida irremediablemente.

    Años después igual vuelve hacer víctima de intereses oscuros: agencias nacionales con actividad fotográfica encabezadas por fotógrafos galardonados por premios nacionales e internacionales de periodismo, abusan de la buena fe de Armando Lenin Salgado y vuelven a publicar su trabajo sin pagarle lo justo, pero ahora con el dolo de robarle su material y no devolvérselo para publicarlo, en sus archivos históricos sin darle incluso el crédito y por supuesto el dinero por sus regalías producto de la publicación.

    Lenin Salgado perteneció sin saberlo tal vez, a ese línea que siempre se ha destacado a lo largo de la historia de México y que elocuentemente lo relata el periodista revolucionario Gutiérrez de Lara refiriéndose a las condiciones del régimen despótico de Porfirio Díaz: “La cárcel o la muerte esperaban a los hombres y mujeres que escribían la verdad sobre las condiciones que imperaban en México. Los periodistas que se atrevían a expresar aunque fuera una ligera protesta, contra los actos del gobierno, eran detenidos, sus imprentas destruidas, y sus editores y redactores arrojados a mazmorras horribles para que allí se pudrieran, cegaran o enloquecieran, escritores radicales salían de sus casas para nunca volver o muertos a puñaladas en la oscuridad”.

    De esta forma la historia del periodismo se partió en dos caminos: uno fue en sentido general de servir a los gobiernos despóticos y dictatoriales afines a un poder corrupto antidemocrático e intolerante, por otra parte está el que definitivamente tomo Lenin Salgado, el de los periodistas honestos y que se rebelan contra las injusticias que son la vocería contra la opresión, que con su trabajo buscan demostrar las condiciones que deben de ser cambiadas, ejerciendo influencia revolucionaria en el curso de los acontecimientos políticos y sociales.

    Quienes tuvimos la fortuna de conocerlo, charlar con él ya no solo de temas de su quehacer periodístico, sino de la forma de entender la vida, lamentamos profundamente la muerte del foto-periodista Armando Lenin Salgado. Hasta siempre!